viernes, 26 de septiembre de 2008

Crónicas de la Academia

Hey! Back again... Espero que alguien me tenga en su rss feed todavía o esto va a pasar medio desapercibido. Bueno, este es un post viejo en verdad, cuenta la historia de lo mas lindo que me paso en la vida y de como termino, aquel día que debería haberla besado. Pero bueno, no se puede arreglar el pasado, o al menos no se puede arreglar el pasado aún.
Ahí va.

You're searching...
For things that don't exist; I mean beginnings.
Ends and beginnings - there are no such things.
There are only middles.
~Robert Frost, Mountain Interval, "In the Home Stretch"


Entrenaron en la misma escuela, ahí fue donde se conocieron. Sus estilos diferían pero iban a aprender sobre lo mismo.
Ella había adoptado la katana como arma, grácil, elegante y en sus hábiles manos era la cuchilla más mortífera que se pudiera imaginar. Cubría su cuerpo con una túnica ligera, con velos largos en las mangas que danzaban al compás de sus movimientos envolviéndola en un halo de misterio.
El había escogido espada y escudo, acompañado de una armadura pesada y brillante. Sólido, tenaz, su estilo de pelea no era fulgurante pero jamas se había podido decir de el que se rindiera en una batalla. Sus golpes eran calculados y meditaba muy bien cada uno antes de decidirse a darlo.
Paso un tiempo desde que la vio en la academia hasta que intento acercarse a ella.
Parecía un rival interesante, lleno de pasión en la lucha y el que era calculador quería lograr despertar esa fuerza en sí mismo.
Los primeros combates fueron casuales, casi sin planearlo se cruzaron entre todos los alumnos.
El intentaba acortar las distancias para poder aprovechar su escudo. Ella le respondía retrocediendo, pero manteniéndose siempre al alcance, lanzando amagues que disparaba con su katana desde detrás de los velos.
Encandilado por la danza de velo, katana y guerrera el se fue obsesionando con alcanzarla, tenía que lograr tocarla de alguna forma. Ella reía y amagaba siempre manteniendo la distancia, y el reía con ella mientras intentaba descubrir lo que se escondía detrás de la mente de su compañera. Y así lo fueron volviendo casi un juego, el quería alcanzarla y a ella le gustaba esconderse y que el la persiguiera, que lograra descubrirla.
Los días se fueron sucediendo y los combatientes se fueron volviendo cada vez mas duchos, el aprendió a anticipar sus movimientos y saber donde estaría y ella comprendió que no todos sus rivales se cansarían y darían a la fuga a la primer dificultad. Aún así sus armas casi no se habían tocado, solo era perseguir y anticipar, huir y observar.
En dos ocasiones el se había animado a lanzar un ataque, el primero tímido, flaco e inexperiente.
Ella lo rechazo con la misma inexperiencia, pero con otra determinación. La segunda fue luego de un amague, ella lo había dejado entrar en su guardia pero el malinterpreto el movimiento y otra vez fue rechazado.
Un día el decidió que no debía seguirla más, estaba cansado, y por mas que hubiera aprendido mas que en toda su vida, aprender no era la que buscaba, no estaba avanzando, aprender era el medio, no el fin. Ese día cambió su táctica, se atrinchero tras su escudo, empezó a retroceder y comenzó a intentar entrenar con una nueva compañera.
Ella estaba perpleja, no entendía. El juego había terminado?
Lanzo un par de estocadas de su katana contra su muro impenetrable y el tembló. Sentía cada uno de los golpes del otro lado. El tampoco entendía. ¿Porque? Si ella no iba a enfrentarlo. el quería seguir intentando, no quería rendirse, esto podía funcionar. Y cada vez que el avanzaba ella retrocedía. Y el juego se reanudaba.
Desde detrás de su escudo, se retiro del todo de la batalla. Busco profundizar su relación con su nueva compañera y aprender nuevas cosas. Paso momentos felices, a la vez que entrenaban descansaban acompañados el uno del otro y curaban sus heridas. Paso algunos momentos tristes también. Extrañaba a la guerrera de la katana, por más que no quería hacerlo, y su nueva compañera pago por los caprichos de su corazón.
Ella también intento conseguirse un nuevo compañero, pero el que hallo no era el que buscaba, su lealtad no estaba bien definida y prefirió entrenar sola un rato más.
La distancia había crecido entre ellos, pero no la fuerza que los vinculaba. El trataba con todo el poder de su voluntad separarse. Hizo su mayor esfuerzo, su intento fue lo más honesto que pudo lograr, por momentos pensó que la había olvidado, que podría compartir charlas en un mesón y no sentir deseos de volver a cruzar espadas con ella. Pero su imagen volvía y el no lograba estabilizar la situación. Un fatídico día se encontró hablando con ella de su nuevo compañero. Uno leal esta vez. Y su mundo se sacudió.
Sin saberlo la guerrera le había lanzado la estocada mas furiosa que jamas podría haber lanzado.
Con el sudor corriendo por su frente y los dientes apretados desenvainó su espada y largo a su vez unas estocadas furiosas.
(Que es esto?)
Ella bloqueo el ataque trastabillando por la violencia del impacto y el se repudió.
(Furia?)
Se trago su enojo, recordó su entrenamiento, su misión de vida, sus votos de caballero, y haciendo acopio de voluntad logró dominarlo, contenerlo. Volvió a envainar su espada y avanzar con su escudo, buscando que las cosas fueran como antes.
Y fueron como antes.
Perseguir y huir.
Las situación estaba fuera de control y su nueva compañera lo percibió. Hablaron, tomaron un tiempo para pensar y luego de una charla hermosa con ella, el le pidió que retomara su camino, que el tenía cosas que aprender solo aún.
Al día siguiente se despertó temprano y fue a observar a su antigua compañera mientras dormía. Ella yacía hermosa, como siempre. Temblando entre sueños, también como siempre. Pero el no quería querer hacer más nada por aliviar ese sueño. Apretando los dientes en un gesto que ya se le había vuelto habitual, se encaminó al establo y comenzó a ensillar su caballo. Antes de irse paso a despedirla.
Ella fue la primera en decirlo, pero ambos dos lo habían pensado.
- Capaz que lo mejor es no vernos por un tiempo.
- Es lo único que no intentamos - dijo el.
(casi lo único) - se dio cuenta.
- No me hace feliz esto, no quiero que te vayas. Te quiero.
- Y yo te amo, la única cosa que no haría por vos sería ir contra vos. Pero no quiero perseguirte para siempre sin poder alcanzarte.
Se besaron sin tocarse y el salió cabalgando al paso por el portón de la academia.
Por un tiempo no entrenaría más, pero sabía que de a ratos miraría hacía atrás por encima del hombro.

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